Durante mi embarazó, me informé y busqué lo que fuera más coherente para mí, siento que estamos muy alejados de la verdadera información respecto al parto, contacté con algunos equipos de matronas, pero con quien más resoné fue con Alumbre Parteras, además de que una vez que contacté con ellas, aparecieron tres testimonios de mujeres a mi alrededor que habían dado a luz con ellas y que estuvieron encantadas, así que fueron como unas guías hacia lo que yo quería, dar a luz en casa.
Los encuentros con ellas hicieron que poco a poco tuviéramos más confianza y yo más seguridad, en lo que desconocía por completo, pero sabía que sería una gran experiencia.
Salía de cuentas el 2 de agosto y el 5 por la noche tuve dolores de tipo menstruales, me despertaron como 4 veces en la noche y apenas dormí, al día siguiente mi pareja y yo teníamos que hacer unas compras y cita en monitores, eran los primeros a los que asistía, esa misma mañana me confirmaron que estaba con contracciones, pero yo apenas las sentía, no fueron como las de la noche anterior, aunque a medida que pasaba el día las sentía más presentes, les comenté a mis matronas (Cristina y Marina) la situación, me recomendaron que me observara que podía desaparecer y aparecer en unos días y así hice, observación, pero ese mismo día después de cenar, ya me sentía rara, me fui a la cama y al poco empecé como la noche anterior, eran a las 23:30 más o menos (esta fue la última vez que fui consciente de la hora), pero esta vez diferente, sentía las olas de manera clara y de forma natural empecé con las vocalizaciones, con la a, de forma suave, me ayudaba estar en tierra, presente con mi cuerpo, mi pareja les mandó un audio a mis matronas que vinieron en cuanto pudieron (ellas venían de Asturias y nosotros vivimos en Santander).
Cuando ellas llegaron, yo empezaba el viaje al planeta parto. Montaron la piscina en mi salón, y pusieron velitas, parecía un lugar mágico, lo que me ayudó a calmar el dolorcito y tomarme cierta pausa en la intensidad del viaje. Fueron 15 horas de dilatación, en las cuales no dejé de vocalizar, de «a» a la «o» y retornaba, también me ayudó el movimiento y la respiración, me iba de la habitación al salón de ahí al baño, y volvía a otra vez, de forma totalmente intuitiva, no dejé de ser consciente de lo que pasaba a mi alrededor, pero de alguna manera también me sentía con atención plena hacia mi, hacia mi cuerpo y hacia mi bebé. Como una canalización me repetía, eres su canal para venir aquí, cada uno tiene su proceso y sus tiempos.
En todo esto, estuve acompañada en todo momento, mis matronas y mi pareja, hicieron algún descanso necesario, mientras yo seguía inmersa, cada vez que se acercaban me decían palabras que justo eran las que necesitaba escuchar en ese momento, era como si todo estuviera conectado. Hubo momentos para mi de desesperación, en los que sentía que no había progreso gracias a su serenidad pude mantenerme en calma, también me hicieron un tacto vaginal que nos dio información, para saber que estaba progresando todo y que estaba dilatada de 4-5 cm, esto ayudó a que de forma espontánea se rompiera la bolsa tras 5-6 olas más y cambiara el ritmo de todo. A partir de este momento, todo iba a las caderas, mi mayor dolor, fue el que más me costó gestionar, la mayor parte del tiempo estuve en cuadrupedia y en cuclillas, me asistía con la silla de partos, la pelota y las telas colgadas de la puerta, y además, me ayudaron haciendo dos maniobras para aliviar ese dolor, tumbándome en la cama en postura lateral y otro segundo tacto vaginal que nos dio la información de cuello borrado y que ya se podía ver la cabecita de Uriel.
Aquí comenzaron ya los pujos, ya de cuquillas en la habitación, Cristina dándome las manos, Marina con el espejo y controlando el pulso del bebé y mi pareja abanicándome, fueron 5 horas muy intensas, en las más que mi voz, eran rugidos, sentía la conexión de mis caderas con mis mandíbulas, fue muy salvaje. Y a las 19:49 nació Uriel, mis palabras fueron «soy mamá, estoy aquí». Lo siguiente que hice fue mirar a mi pareja, a mi sostén, mi gran apoyo y mil emociones pasaron por nuestros ojos, fue un momento increíble.
Junto con ellas, me ayudaron a sentarme y de ahí a la cama, para el alumbramiento de la placenta, que también salió con un rugido muy placentero. Yo me encontraba en el aire, lo que comenzó estando muy enraizada acabó llevándome la oxitocina a estar totalmente volada. En todo momento me sentí cuidada, respetada y con mucho mucho cariño hacía mí y a lo que estaba viviendo, fue mejor de lo que imaginé. Ya con Uriel en brazos, me ayudaron a que cogiera el pecho, y enseñarme dos posturas para ir haciendome poco a poco, tambien pude ducharme a las dos horas y a los dos días estábamos dando un paseo, mi pareja, yo, Uriel y mi perrita, Suri.
Tuvimos 3 encuentros postparto, en los que valoraban como estabamos el bebé y yo.
Esta siendo un mes y medio muy intenso y caótico, pero siempre muy agradecida de como sucedió todo, fue brutalmente mágico.
!Gracias por todo! Os abrazo.